Quería agradecer a todos los que leen el fanfic, me pone super feliz saber que les gusta. Lo he publicado en otras 2 paginas y me sorprendió la acogida que tiene. Les prometo que lo continuaré...lo que pasa es que me gusta la perfección...XD
Gracias Maca de Chile por tu comentario, si conoces a más fans de twilight puedes contarles acerca de este fic. Y aquí les presento el capítulo número 7:
Narrado por Bella
Otra vez el sol se alzaba por el este, lo que significaba que otro día empezaba. Esto me ponía de muy mal humor porque…tenía que poner un alto a mis “actividades” con Edward. Al menos por ahora.
Todo era perfecto…hasta que algo nos interrumpió, más bien…alguien.
Era Alice que golpeaba la puerta de mi casa. Escuché los pasitos de mi querida hija dirigiéndose a la entrada para recibir a su tía, la fashionista.
Edward se alejó de mí refunfuñando. A él tampoco le agradaba que nos “interrumpieran”. Me levante junto con él.
Traté de arrastrarlo de nuevo hacia nuestro lecho de amor, pero se mantuvo quieto a unos centímetros de la cama. Liberó mi cintura de la presión de sus habilidosas manos y con cariño deshizo mi abrazo. Sus labios abandonaron los míos para luego recordarme: -Se lo prometiste a Alice-
Arrugué el ceño. Es verdad le prometí a Alice que las dos iríamos de compras antes de su viaje a París. Edward me dio un corto beso en los labios, como despedida.
Salí de la habitación enojada conmigo misma y me dirigí a mi armario. Alice me esperaba allí con ropa en su brazo.
-Hoy te pondrás esto-señaló un vestido púrpura sin tiras que apenas llegaba a las rodillas…100% algodón. Ella lo había confeccionado a mi medida hace 2 días, es decir, ropa nueva.
-Está bien- suspiré resignada.
-Un poco más de ánimo Bella. No te estoy obligando, TÚ me lo prometiste ¿recuerdas?-mencionó mientras me traía unas sandalias de plataforma negras.
-Lo siento Alice, es que-me interrumpió-Sin excusas, vamos-dijo mientras me halaba del brazo.
Edward ya había llevado a Reneesme a casa de Carlisle, por lo cual al llegar me percaté de que Nessie y Dom jugaban con los lobos. Me pregunté: ¿cómo así Rosalie…? Pero mi pregunta no formulada se respondió por sí sola al no verla en casa…tampoco escuché la tronante voz de Emmett. Seguro habían salido. Carlisle estaba trabajando mientras que Esme se sentía encantada de ser la niñera de sus nietos.
Habíamos ido de caza hace unos días por lo que era seguro salir. Nos despedimos de la familia y emprendimos la marcha hacia el 911 Turbo Porsche de Alice. Mi enojo regresó cuando mi flamante esposo me besó como despedida...su beso siempre tan suave, tan perfecto, tan sexy. Sentí unas ganas inmensas de echarme para atrás con los planes, pero mi querida cuñada lo vió venir y me encerró en el auto. Creo que me quejé todo el camino a Seattle, así que Alice puso el radio a todo volumen para callarme.
El clima estaba perfecto, totalmente seguro para nosotras. La manía que tenían los Cullen por la velocidad, nos permitió llegar en menos tiempo.
Estuvimos recorriendo varios almacenes. Alice no compró ropa, ya que para eso está París. Fuimos a una tienda de telas, ya que ella estaba trabajando en el vestuario de Esme para mi segunda boda. Pensar en la boda me puso feliz…bueno, en realidad pensaba en mi luna de miel con Edward y ese tipo de pensamientos me llevó a cierta boutique…
-¿Lencería, Bella? ¿En serio?-me dijo Alice con voz algo incrédula
-ehm…yo…-no me había dado cuenta de que ya estábamos adentro.
-¿para qué quieres una si Edward va a terminar destruyéndola?-se quejó haciendo un gracioso puchero.
Empecé a reír.
-está bien, compraremos algunas. Al menos Jasper sí las disfrutará-
Nunca me había puesto a pensar en ello. La relación entre Alice y Jasper era más espiritual que física, me sorprendió mucho esa actitud de Alice. Sé que no debería, es decir, ellos están juntos…
Escogió 5 para mí. Dos de ellas de color azul marino (que a Edward le fascinaba). No me fijé cuantas compró ella. Insistí en pagar mis prendas con mi tarjeta de crédito. Para algo tenía que servir.
Al salir de allí, fuimos observando otros stands…nos llamó mucho la atención uno de zapatos. Alice me regaló unas sandalias Manolo Blanhk, mientras que ella compró unas botas negras del mismo diseñador.
-Hace rato que nos siguen- susurró Alice sólo para mis oídos.
-Sí, pero no creo que tengan el valor suficiente para acercarse- nos referíamos a dos muchachos que nos estaban siguiendo desde que salimos de la tienda de telas. Tendrían unos 20 años a lo mucho y no se veían maliciosos. Así que no eran ladrones.
-Si Rosalie estuviese aquí, disfrutaría de la atención que nos dan- empezó a reírse.
Volteé para notar que estaban sólo a metro y medio de distancia. Les dediqué una sonrisa (excluyendo mis dientes), ellos se ruborizaron y se convirtieron en estatuas humanas.
-¡Muy bien! Los sedujisteis y los asustasteis al mismo tiempo. ¡Qué talento! ¿Has estado practicando con Edward?-esperaba mi respuesta.
No dije nada, sólo sonreí. Esto de ser una vampira se me daba cada día mejor. La seducción era un parte fundamental de nuestra especie…útil para conseguir presas…
Caminamos hasta el patio de comidas y nos sentamos en una de las mesas más apartadas. Sólo pedimos agua, aunque no la tomamos. Alice parloteaba de lo maravilloso que estaba quedando mi vestido, pero que aún no decidía si colocar detalles de otro color.
Mis ojos divisaron a los dos muchachos de antes, parecían buscarnos con la mirada. Al encontrarnos caminaron hacia nuestra mesa con duda. Tal vez era miedo…el instinto natural de supervivencia.
-Ehm…hola. Soy Justin y él es mi amigo David-
Ambas levantamos la mirada para observarlos, por lo cual el chico Justin se quedó sin habla. Eran algo…lindos casi como Mike pero al lado de nuestros hermosos maridos vampiros, no eran nada.
-Nos pareció mal que dos lindas chicas como ustedes, estén solas aquí…así que nos preguntábamos si querían compañía- farfulló esta vez David, tan rápido que se le atropellaban las palabras.
-No gracias chicos. Son muy mables pero ya nos vamos- dijo Alice mientras se ponía de pie. Yo la seguí.
-Podemos acompañarlas a la salida, llevar sus compras- insistió David.
Clavé mis ojos en los suyos, muy segura de que deslumbrando a uno también lo haría con él otro.
-En verdad chicos, gracias-empleé un tono en extremo dulce-sería malo para nuestra imagen que nos vieran con hombres que no son nuestros maridos- señalé el anillo en mi dedo.
Les dimos la espalda. Sacudí mi cabello como suele hacerlo Rosalie y ellos dejaron de respirar, sus corazones parecían querer explotar. Caminamos hacia la salida con aquel garbo característico de los vampiros, arrancando suspiros de todos los hombres del lugar.
No paramos de reír, incluso cuando llegamos a casa. Era increíble lo rápido que pasó el tiempo. Estuvimos de compras casi por un día. Ya eran las 5 de la tarde, cuando Rosalie y Emmett regresaron. Rose, al enterarse de nuestra aventura, decidió acompañarnos en una próxima ocasión. Luego mi pequeña cuñada y Jasper subieron a hacer sus maletas.
En la noche, después de asegurarnos que nuestra hija dormía profundamente, Edward y yo nos dirigimos a nuestra habitación. Apenas cerramos la puerta, me lancé a besarlo, reclamando su cuerpo como mío una vez más. Nos recostamos en la cama mientras la ropa “desaparecía”. Sus labios abandonaron los míos para dirigirse a mi mejilla, a la línea de mi mandíbula y finalmente a la oreja.
-Así que estuviste coqueteando en el centro comercial- me susurró con su aterciopelada voz.
-Tal vez- me limité a responder. Mis pensamientos estaban dispersos. Es lo que sucedía cuando su fría nariz se paseaba por mi cuello.
-¿entonces…te gustó alguno?- me dirigió aquella mirada seductora que me quitaba el aliento.
-No claro que no-casi grité. No fue necesario pensar en una respuesta. Era obvio que no había hombre, vampiro o licántropo en el universo, que me hiciera dejar de amar a Edward.
Él se rió a carcajadas por mi manera de contestar. Para la próxima debería ser más sutil. Mi mente dejó de registrar pensamiento alguno cuando su fría lengua recorría mi cuello y sus manos tocaban mis piernas tan delicadamente. Mi cuerpo estremeció.
-Disfrútame hoy, porque a partir de mañana comienza la “abstinencia” hasta el día de la boda-
Él sabía que yo haría lo que fuera para no tener que pasar por esa abstinencia, y eso incluía casarme mañana.
Al siguiente día las ganas de abandonar la cama eran nulas. Pero hoy Alice y Jasper viajaban así que despedirlos era una prioridad.
El motivo del viaje era la celebración de la semana de la moda en París, por lo que en 2 semanas ellos estarían de vuelta. Iba a extrañar a mi querida Alice y también a mis noches con Edward.
Gracias Maca de Chile por tu comentario, si conoces a más fans de twilight puedes contarles acerca de este fic. Y aquí les presento el capítulo número 7:
Narrado por Bella
Otra vez el sol se alzaba por el este, lo que significaba que otro día empezaba. Esto me ponía de muy mal humor porque…tenía que poner un alto a mis “actividades” con Edward. Al menos por ahora.
Todo era perfecto…hasta que algo nos interrumpió, más bien…alguien.
Era Alice que golpeaba la puerta de mi casa. Escuché los pasitos de mi querida hija dirigiéndose a la entrada para recibir a su tía, la fashionista.
Edward se alejó de mí refunfuñando. A él tampoco le agradaba que nos “interrumpieran”. Me levante junto con él.
Traté de arrastrarlo de nuevo hacia nuestro lecho de amor, pero se mantuvo quieto a unos centímetros de la cama. Liberó mi cintura de la presión de sus habilidosas manos y con cariño deshizo mi abrazo. Sus labios abandonaron los míos para luego recordarme: -Se lo prometiste a Alice-
Arrugué el ceño. Es verdad le prometí a Alice que las dos iríamos de compras antes de su viaje a París. Edward me dio un corto beso en los labios, como despedida.
Salí de la habitación enojada conmigo misma y me dirigí a mi armario. Alice me esperaba allí con ropa en su brazo.
-Hoy te pondrás esto-señaló un vestido púrpura sin tiras que apenas llegaba a las rodillas…100% algodón. Ella lo había confeccionado a mi medida hace 2 días, es decir, ropa nueva.
-Está bien- suspiré resignada.
-Un poco más de ánimo Bella. No te estoy obligando, TÚ me lo prometiste ¿recuerdas?-mencionó mientras me traía unas sandalias de plataforma negras.
-Lo siento Alice, es que-me interrumpió-Sin excusas, vamos-dijo mientras me halaba del brazo.
Edward ya había llevado a Reneesme a casa de Carlisle, por lo cual al llegar me percaté de que Nessie y Dom jugaban con los lobos. Me pregunté: ¿cómo así Rosalie…? Pero mi pregunta no formulada se respondió por sí sola al no verla en casa…tampoco escuché la tronante voz de Emmett. Seguro habían salido. Carlisle estaba trabajando mientras que Esme se sentía encantada de ser la niñera de sus nietos.
Habíamos ido de caza hace unos días por lo que era seguro salir. Nos despedimos de la familia y emprendimos la marcha hacia el 911 Turbo Porsche de Alice. Mi enojo regresó cuando mi flamante esposo me besó como despedida...su beso siempre tan suave, tan perfecto, tan sexy. Sentí unas ganas inmensas de echarme para atrás con los planes, pero mi querida cuñada lo vió venir y me encerró en el auto. Creo que me quejé todo el camino a Seattle, así que Alice puso el radio a todo volumen para callarme.
El clima estaba perfecto, totalmente seguro para nosotras. La manía que tenían los Cullen por la velocidad, nos permitió llegar en menos tiempo.
Estuvimos recorriendo varios almacenes. Alice no compró ropa, ya que para eso está París. Fuimos a una tienda de telas, ya que ella estaba trabajando en el vestuario de Esme para mi segunda boda. Pensar en la boda me puso feliz…bueno, en realidad pensaba en mi luna de miel con Edward y ese tipo de pensamientos me llevó a cierta boutique…
-¿Lencería, Bella? ¿En serio?-me dijo Alice con voz algo incrédula
-ehm…yo…-no me había dado cuenta de que ya estábamos adentro.
-¿para qué quieres una si Edward va a terminar destruyéndola?-se quejó haciendo un gracioso puchero.
Empecé a reír.
-está bien, compraremos algunas. Al menos Jasper sí las disfrutará-
Nunca me había puesto a pensar en ello. La relación entre Alice y Jasper era más espiritual que física, me sorprendió mucho esa actitud de Alice. Sé que no debería, es decir, ellos están juntos…
Escogió 5 para mí. Dos de ellas de color azul marino (que a Edward le fascinaba). No me fijé cuantas compró ella. Insistí en pagar mis prendas con mi tarjeta de crédito. Para algo tenía que servir.
Al salir de allí, fuimos observando otros stands…nos llamó mucho la atención uno de zapatos. Alice me regaló unas sandalias Manolo Blanhk, mientras que ella compró unas botas negras del mismo diseñador.
-Hace rato que nos siguen- susurró Alice sólo para mis oídos.
-Sí, pero no creo que tengan el valor suficiente para acercarse- nos referíamos a dos muchachos que nos estaban siguiendo desde que salimos de la tienda de telas. Tendrían unos 20 años a lo mucho y no se veían maliciosos. Así que no eran ladrones.
-Si Rosalie estuviese aquí, disfrutaría de la atención que nos dan- empezó a reírse.
Volteé para notar que estaban sólo a metro y medio de distancia. Les dediqué una sonrisa (excluyendo mis dientes), ellos se ruborizaron y se convirtieron en estatuas humanas.
-¡Muy bien! Los sedujisteis y los asustasteis al mismo tiempo. ¡Qué talento! ¿Has estado practicando con Edward?-esperaba mi respuesta.
No dije nada, sólo sonreí. Esto de ser una vampira se me daba cada día mejor. La seducción era un parte fundamental de nuestra especie…útil para conseguir presas…
Caminamos hasta el patio de comidas y nos sentamos en una de las mesas más apartadas. Sólo pedimos agua, aunque no la tomamos. Alice parloteaba de lo maravilloso que estaba quedando mi vestido, pero que aún no decidía si colocar detalles de otro color.
Mis ojos divisaron a los dos muchachos de antes, parecían buscarnos con la mirada. Al encontrarnos caminaron hacia nuestra mesa con duda. Tal vez era miedo…el instinto natural de supervivencia.
-Ehm…hola. Soy Justin y él es mi amigo David-
Ambas levantamos la mirada para observarlos, por lo cual el chico Justin se quedó sin habla. Eran algo…lindos casi como Mike pero al lado de nuestros hermosos maridos vampiros, no eran nada.
-Nos pareció mal que dos lindas chicas como ustedes, estén solas aquí…así que nos preguntábamos si querían compañía- farfulló esta vez David, tan rápido que se le atropellaban las palabras.
-No gracias chicos. Son muy mables pero ya nos vamos- dijo Alice mientras se ponía de pie. Yo la seguí.
-Podemos acompañarlas a la salida, llevar sus compras- insistió David.
Clavé mis ojos en los suyos, muy segura de que deslumbrando a uno también lo haría con él otro.
-En verdad chicos, gracias-empleé un tono en extremo dulce-sería malo para nuestra imagen que nos vieran con hombres que no son nuestros maridos- señalé el anillo en mi dedo.
Les dimos la espalda. Sacudí mi cabello como suele hacerlo Rosalie y ellos dejaron de respirar, sus corazones parecían querer explotar. Caminamos hacia la salida con aquel garbo característico de los vampiros, arrancando suspiros de todos los hombres del lugar.
No paramos de reír, incluso cuando llegamos a casa. Era increíble lo rápido que pasó el tiempo. Estuvimos de compras casi por un día. Ya eran las 5 de la tarde, cuando Rosalie y Emmett regresaron. Rose, al enterarse de nuestra aventura, decidió acompañarnos en una próxima ocasión. Luego mi pequeña cuñada y Jasper subieron a hacer sus maletas.
En la noche, después de asegurarnos que nuestra hija dormía profundamente, Edward y yo nos dirigimos a nuestra habitación. Apenas cerramos la puerta, me lancé a besarlo, reclamando su cuerpo como mío una vez más. Nos recostamos en la cama mientras la ropa “desaparecía”. Sus labios abandonaron los míos para dirigirse a mi mejilla, a la línea de mi mandíbula y finalmente a la oreja.
-Así que estuviste coqueteando en el centro comercial- me susurró con su aterciopelada voz.
-Tal vez- me limité a responder. Mis pensamientos estaban dispersos. Es lo que sucedía cuando su fría nariz se paseaba por mi cuello.
-¿entonces…te gustó alguno?- me dirigió aquella mirada seductora que me quitaba el aliento.
-No claro que no-casi grité. No fue necesario pensar en una respuesta. Era obvio que no había hombre, vampiro o licántropo en el universo, que me hiciera dejar de amar a Edward.
Él se rió a carcajadas por mi manera de contestar. Para la próxima debería ser más sutil. Mi mente dejó de registrar pensamiento alguno cuando su fría lengua recorría mi cuello y sus manos tocaban mis piernas tan delicadamente. Mi cuerpo estremeció.
-Disfrútame hoy, porque a partir de mañana comienza la “abstinencia” hasta el día de la boda-
Él sabía que yo haría lo que fuera para no tener que pasar por esa abstinencia, y eso incluía casarme mañana.
Al siguiente día las ganas de abandonar la cama eran nulas. Pero hoy Alice y Jasper viajaban así que despedirlos era una prioridad.
El motivo del viaje era la celebración de la semana de la moda en París, por lo que en 2 semanas ellos estarían de vuelta. Iba a extrañar a mi querida Alice y también a mis noches con Edward.
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