martes, 11 de enero de 2011

Kate

Narrado por Nathaniel

A diferencia de muchos vampiros, no me agradaba mucho la idea de convivir con los humanos. Tenía un pánico terrible a verme inmiscuido en una situación tan horrible como es beber la sangre de un humano…nunca lo hice y nunca planeé hacerlo, por lo que yo vivía en una cabaña que fabriqué en las montañas de la ciudad de Vancouver en Canadá.
Siempre viví allí, desde que era humano. Fui “traído” a esta nueva “vida” por un…amigo en el verano de 1890. Él me enseñó lo indispensable y después se marchó alegando que buscaba algo. Yo por mi parte, con tanto tiempo libre desarrollé un pasatiempo: la pintura; pero la verdad, al igual que mi amigo, sentía que me faltaba algo pero no sabía qué, así que busqué algo que mantuviera mi mente ocupada…un trabajo.

Hice tantos trabajos pero ninguno me satisfacía, por lo que cada 5 años empezaba un nuevo trabajo en cualquier parte del mundo y luego me regresaba a Canadá a descansar de la rutina. Hace 10 años empecé un negocio propio: una agencia de modelos. Al principio mantuve oculta mi identidad como jefe hasta que la ví por primera vez hace 5 años…

Ella era parte del nuevo grupo de jóvenes aspirantes a modelos, inexpertas pero con grandes sueños. Kate tenía, sin embargo, algo especial que me atrajo desde el principio. El hecho de ver su foto me impulso a salir de las sombras y darme a conocer.
Siempre pedía informes de los avances de las chicas y me alegraba saber que ella siempre sobresalía en todo, no sólo era su belleza natural…tenía algo…

Un lunes en la mañana, cuando llegué a mi oficina me quedé impactado al verla allí, esperándome.

-Buenos días, Sr. McCallister. Mi nombre es…-
-Katherine Ford-la interrumpí.
-Sí, yo quería conocerlo personalmente-me dijo mientras me tendía la mano y me dirigía una sonrisa amable que me deslumbró por completo. Tomé su mano y luego la solté rápidamente para que no se estremeciera por mi fría piel.
Me quedé sin habla unos minutos mientras tomábamos asiento y asimilaba su calidez y como me sentía a su lado. Noté como ella me seguía con la mirada.

-Y bien-la animé a continuar. Deseaba oír su voz de nuevo-¿en qué le puedo ayudar?-
-Yo…-dudó unos escasos segundos-necesito que alguien hablé con mi madre acerca de mi trabajo. A ella no le hace mucha gracia que yo sea modelo y a mí no me importaría lo que piensa sino fuera porque aún soy menor de edad y necesito su autorización-
-Ah, sí. Usted sólo tiene 17 años. No se preocupe yo mismo iré a su casa hoy- sonreí por la idea.

Su respiración se aceleró al igual que su corazón y aunque bajó la vista pude sentir como la sangre se reunía en sus mejillas. Luego murmuró cosas para sí misma como:-contrólate, es muy guapo pero sé que puedes controlarte-
Respiró profundo y sus ojos volvieron a hacer contacto con los míos a la vez que decía:-muchísimas gracias-

Se levantó, se despidió y luego se fue rápidamente. Pensaría que estaba asustada si no fuera porque escuché lo que murmuraba…ella me encontraba atractivo…volví a sonreír.

Su esencia estaba encerrada en mi oficina pero su sangre no me atraía para nada…lo que me atraía era otra cosa.

Esa tarde conocí a la Sra. Abigail, sus rasgos me recordaban a los de su hija pero su actitud no. ¡Qué pésima primera impresión! Aunque sí me dio el permiso para Kate, ella no era nada sincera con sus palabras, aún así estaba dispuesto a llevarme bien con ella, después de todo, ella era la madre de mi…querido anhelo.
Cada día pensaba más y más en ella, pensé que era obsesión…no… era una necesidad verla aunque sea un segundo cada día, y cuando esto no sucedía me entraba una especie de pánico. No fue hasta el día en que faltó por primera vez a los ensayos, que supe que ella era lo que estaba buscando para sentirme completo.

Al siguiente día me explicó que su ausencia se debía a que necesitaba tiempo para estudiar para un examen importante. Se disculpó y me prometió avisar con anticipación para la próxima, yo en cambio, le prometí que le permitiría ausentarse cuando lo necesitara (o cuando quisiera). Yo estaba dispuesto a darle lo que me pidiera y ella no lo sabía. Nunca lo sabría. Eso me entristeció.

Traté de no ilusionarme con la tonta idea de una relación con ella, ya que éramos tan distintos y los humanos no se relacionan con los vampiros de esa manera. ¿O sí? No me permití pensar en aquello y la traté igual que a las demás (cosa que no era así antes). Kate notó el cambio y su actitud se transformó también. Ya no era la chica que iluminaba todo y a todos a su paso, ahora sólo parecía un robot que desfilaba. Eso me puso mal.

Su talento era codiciado por muchos e hizo trabajo para varios diseñadores famosos. Yo estaba feliz con su avance pero deseaba a la antigua Kate de vuelta…mi Kate.
Después de casi un año de trabajar para mí, ya casi no la veía. Iba de aquí para allá y yo también empecé a viajar mucho.

Cuando regresé de mi viaje a Japón, decidí pasarme por la oficina a pesar de que ya era tarde, como las 10 de la noche. Ella estaba aún ahí. Lo que ví al cruzar la puerta, destrozó mi corazón sin vida. Sus lágrimas bañaban su rostro mientras sus manos estaban cerradas fuertemente en puños.
Me acerqué tan sigilosamente que cuando le toqué el hombro, saltó de la sorpresa. Lucía asustada.

-¿Qué sucedió?- pregunté tratando de ocultar mi pánico.

Me miró con ojos torturados y se lanzó a mis brazos, aunque me moría de ganas de saber por qué lloraba mi mente sólo registraba una cosa: ella por fin estaba en mis brazos.
Al calmarse me relató que el último diseñador con el que trabajó había tratado de propasarse con ella y como ella lo rechazó, la sacó del desfile y amenazó con manipular a otros para que no la vuelvan a contratar.

La ira me nubló. Él había tratado de…no quise pensar en matarlo ya sabía lo que tenía que hacer, ese idiota aprendería una lección por herir a la única razón de mi equivocada existencia.
Le dí vacaciones para que se recuperara de lo sucedido y cuando regresó a trabajar su luz volvía a llenar el lugar. Mi Kate había vuelto.

-¡Gracias de nuevo por su apoyo, Sr. McCallister!-me dijo mientras me ofrecía una brillante sonrisa.
-Sólo era mi trabajo como jefe. Haría lo mismo por las demás-respondí tratando de ser imparcial.
-Sí, entiendo-dijo bajando su mirada. Sentí como su entusiasmo disminuía-yo…quería invitarlo a mi graduación. Será este jueves a las 9 de la mañana…en verdad me gustaría que usted viniera, si puede, claro.

Era obvio que me negaría, no era bueno para ninguno de los dos que notaran mi interés en ella, pero en ese momento sus ojos atraparon los míos y ya no pude negarme. Me deslumbró la sonrisa que cubrió su rostro después de mi respuesta afirmativa.
Qué bueno que asistí a la ceremonia. No hubiese sido justo que me perdiera del discurso que dio Kate esa mañana, afortunadamente el sol no me molestó ese día y pude disfrutar por completo de la compañía de mi único sueño no cumplido. La Sra. Abigail mostró gran indiferencia ante mi presencia allí, pero igual yo sólo tenía mi atención para una sola persona.
No sé como terminé asistiendo a la fiesta de celebración que dio Lilianne, una de las mejores amigas de Kate, en su casa.
Todos eran tan…jóvenes. No es que mi apariencia fuera de un viejo (aparentaba 22 años), pero después de vivir tantos años, sentirse joven no estaba en mis planes.
Decir que fue la mejor noche de mi vida, no es suficiente para describir todo lo que pasó…aparte de monopolizar toda su atención y sus bailes (la palabra celos era muy corta para explicar lo que sentía por todos esos chicos que la invitaban a bailar), lo mejor ocurrió después…

Ella tomó mi mano y me sacó de la casa, nos dirigimos al patio en un total silencio mientras la celebración quedaba atrás. Su rostro lucía ansioso aunque yo sólo me concentraba en la calidez de su mano…de su piel.
Soltó mi mano y se colocó frente a mí cuando empezó a hablar: -Ok, estamos solos y es hora de aclarar ciertos puntos-

-¿A qué te refieres?-yo estaba confundido.
-¿No se ha percatado? Pensé que había sido obvio, pero veo que no. Yo…es decir…usted es…-tartamudeó mucho y no terminó ninguna de las frases que comenzó. Su corazón parecía un caballo desbocado y sus mejillas estaban rojas. Yo no era idiota, enseguida supe lo que me diría y la verdad es que no sabía que hacer…yo soy un vampiro…no debería…
-Sé que…dijo mucho más segura-que somos totalmente diferentes pero eso sólo hace que lo que yo siento por usted se intensifique cada vez más-
Qué estúpido fue dejar que se declarara primero, pensé. –No sabes cuan diferentes somos-dije fríamente con la intención de cambiar las cosas. Ella se quedó inmóvil por unos segundos y luego murmuró: –dímelo-

¿Ella lo tomaría bien? En realidad sólo me importaba que sus sentimientos cambiaran…una relación entre nosotros sólo la destruiría y yo no deseaba eso. Sin pensarlo me incliné hacia ella, su respiración se tornó violenta, y susurré en su oído una sola palabra: vampiro.
En el momento en que ví sus ojos, noté que estaba paralizada de pies a cabeza. ¿Sería muy tarde decir que era una broma? De repente cerró sus ojos, inspiró profundamente y cuando los abrió de nuevo, lucía más… ¿calmada?

-Bueno, supongo que eso lo explica todo-dijo mientras se acercaba más a mí. Ahora yo estaba en shock. Colocó una de sus manos en mi mejilla y continuó al ver que yo no decía nada: -ésta es la parte en donde me dices que también me quieres y luego nos besamos-
Retrocedí alejándome de su mano. ¿Me llamaba de tú? ¿Quería que la besara? –¿No me escuchaste decir que soy…?- no mencioné de nuevo la palabra.
-Sí pero…-dio el paso que yo había retrocedido-si fueras malo ya nos habrías matado a todos, ¿verdad?-

No contesté. Era como vivir un sueño y una pesadilla al mismo tiempo.-Yo te…amo, pero no estoy seguro de estés a salvo a mi lado-confesé por fin-así que preferiría nada de besos por ahora-añadí sin creer mis propias palabras. Acababa de aceptar una relación con ella.

-Con que nos amemos basta-dijo y sonrió triunfalmente.

A partir de esa noche, no nos separamos jamás. Aunque tratábamos de lucir indiferentes en el trabajo, todos nos habían etiquetado como “la pareja más hermosa del mundo”.
Cuando me presenté de nuevo a la Sra. Abigail, esta vez como novio de Kate, mi suegra me declaró la guerra. Kate siempre me contaba todas las sospechas que su madre tenía con respecto a mí pero ambos decidimos no darle importancia. Todo iba a la mar de bien excepto por el hecho de que Kate era en extremo extrovertida, estaba encima de mí todo el tiempo…tratando de robarme un beso. Creo que a veces se le olvidaba que yo era un depredador.

Su carrera como modelo era muy prometedora pero ella la abandonó de un momento a otro, ya que demasiada exposición era perjudicial para mí. Eso y el hecho de que su madre seguía poniendo trabas en nuestra relación bajaron el estado de ánimo de mi hermosa princesa. Poco después me percaté de que era uno de sus tantos trucos para obtener lo que quería…uno de mis besos, pero uno no fue suficiente…debo admitir que lo disfruté igual o más que ella.

Un día apareció en la puerta de mi casa con sus maletas alegando que no podía soportar más a su madre, en realidad eso era una excusa porque lo que en realidad quería era casarse conmigo. La complací como siempre…fue el mejor día de mi vida…jamás seré capaz de olvidarlo.
Fue una ceremonia corta, nocturna, en la playa y las únicas testigos fueron las estrellas.
La vida de casado era toda una bendición y a pesar de que al principio tuve miedo por la integridad física de mi esposa, con el suficiente autocontrol todo pasó a ser un simple miedo infundado.

Planeábamos viajar por todo el mundo, quería que ella lo viera todo con sus bellos ojos humanos antes de…ya habíamos decidido que la transformaría…teníamos fecha, pero Kate empezó a sentirse muy cansada y dormía bastante. Algo me decía…esto está mal sin embargo, no pude quedarme a su lado ya que los Vulturis me contactaron. Querían “hablar conmigo” y yo no los deseaba cerca de ella, así que la deje en casa de la Sra. Abigail y fui a resolver mis asuntos con ellos.

Mi constante angustia por no tenerla cerca se convirtió en pánico cuando mi suegra se rehusaba a dejarme hablar por teléfono con ella, poniendo como excusa: -Kate está tan enferma que no puede levantar el teléfono- ese día casi me muero.
Si hubiese sabido que esos serán mis últimos días con ella…me hubiese rehusado a lo que querían los Vulturis y después enfrentaría las consecuencias.
Cuando regresé, sentí mi corazón casi explotar de las ansias…nunca había deseado tanto estar al lado de Kate…realmente la necesitaba…aún la necesito.

No había sentido tanto dolor en mi vida…ni como humano ni como vampiro. No se lo deseo a nadie. Pensé que realmente moriría cuando su madre me dijo que yo la había…asesinado.
Me dijo tantas cosas…la mayor parte insultos pero yo ya no podía escuchar nada a mi alrededor…hasta que susurró: -espero que ese engendro tuyo muera también-
Controlé la ira que sentía no sólo hacia esa señora sino también hacia mi mismo…en verdad fue mi culpa. La había embarazado. En un pequeño lugar de mi cerebro me imaginaba como hubiese sido si estuviéramos los 3 juntos…como una familia.

Usando mi gran “poder de convencimiento” conseguí que me dijera donde estaba mi hijo y fue así como empecé la búsqueda del Dr. Cullen y en ese viaje me encontré con Adrien.

-Fin del relato- dije con una sonrisa tratando de disimular el dolor que aún me quemaba por dentro.

Toda la familia Cullen me miraba con solidaridad por mi situación aunque los únicos ojos que me importaban en ese momento eran los de mi bebé.
-Ya veo- dijo Rosalie –es…muy justo que estés aquí- Dominic la observó y luego clavó sus ojos en mí de nuevo.
-Rose-murmuró Emmett.
-Lo siento, fue mi culpa- se disculpó Dominic –yo también amo a mamá pero no puedo dejar a mi mami sola, ella es una de mis princesas- agregó Dominic con una sonrisa.

No pude evitar reír por lo que me dijo.-No importa-le dije-te entiendo por completo-

-¿Puedo?-le pregunté a Rose extendiendo mis brazos hacia ella para que me permitiera coger a mi hijo.

Ella dudó pero al final me lo entregó. Si mi corazón hubiese estado latiendo parecería una locomotora. Toda la angustia, el dolor, la culpa, desapareció en el momento en que Dominic estuvo en mis brazos. Era tan cálido como un humano…como ella. Y además lucía muy cómodo en mis brazos. En verdad se parece tanto a ella…